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«El pasado irreal»: la argucia de una poética de retazos


Los gatos deambulan
pacientes y se sumergen
desaparecen en la luz
como si sufrieran                   Poema 67

 

En este libro, la morosidad del tiempo, acompañada por el movimiento acompasado y leve de los gatos nos sumerge, como a los objetos esparcidos en el universo del poema, en la manifestación de la luz como “destellos”, como “reflejo” en la luna de los espejos, que se presenta atestiguando esa presencia devenida en fortalezas, en cobijas: lugares de encierro y protección.
La acción de aparecer y desaparecer, reflejar u opacarse, puede construir una visibilidad que es preciso quebrar para que un signo se desvíe hacia otro objeto, como si se cruzara un umbral.
Los umbrales que sortea la poética de Jorge Quiroga pertenecen a veces al mundo de lo cotidiano y otras, al mundo evocado en esa semipenumbra que existe entre pensar-vivir y recluirse-olvidar: distintas formas de enmascarar el miedo.
¿Miedo?
¿A la pérdida de lo humano por los vaivenes de la memoria? Miedo descrito como andenes, como bordes de un barrio que a pesar del paso del tiempo insiste en permanecer, en no olvidarse, en no irse definitivamente. Este es el encanto de la poesía, uno se queda en sus páginas como se quedan las palabras de un poeta, que agudiza su ingenio para tallar en los adoquines cada trozo de la experiencia vivida y vívida que no se atenúa por la presencia de “otras historias” entumecidas que acechan o de “un cielo que amenaza lluvia”. Hay un pasado del cual se habla y se pretende escapar aún en noches insomnes y aunque afuera haya un cielo que se desploma, hay que sobrevivir. Juntar los pedazos, construir con desechos los contornos que se desdibujan y sin embargo, están allí: la ciudad, la tarde, la infancia, la mujer.
A esta altura de la lectura vuelvo al título que lleva el libro y pienso en el pasado como la experiencia en el mundo que llamamos real y el acto de recordar como “volver a vivir”.
¿Irreal?
Recordar del latín “recordare” y del griego καρδία “kardía” (cf. it. “ricordare”), conformado por el prefijo “re-” – “de nuevo” y “cordare” que proviene de “cordis” – “corazón”, que es donde antiguamente se pensaba que yacían las facultades de la memoria. Entonces si recordar es traer a la memoria algo, no necesariamente ese algo es como era antaño, la evocación como un mundo irreal, se inscribe en el universo de la ficción.

 

Jorge Quiroga sonríe

Jorge Quiroga sonríe

Los poemas de Jorge Quiroga podrían pensarse como narrativos, ya se dejaba entrever esta argucia tanto en Cuaderno nocturno, como en Las otras historias, La casa abandonada o El puente suburbano.
Las palabras fijan instantes y objetos pero los trasladan a otro espacio que no se encuentra fácilmente, no es interioridad ni exterioridad, los objetos no están “esclavizados” por su función, son retomados y vueltos a significar en un recorrido que arroja un estilo, el quiroguiano, fuera del género o del canon convencional de la poesía.
Esos espacios quebrados operan como una suerte de bisagra o paréntesis entre lo que existe o ha existido en el mundo y aquello resignificado en ese otro espacio del poema.
Las imágenes que se presentan a contraluz confunden hasta el punto de no poder reconocer aquello que había sido atesorado y resguardado por la memoria durante un tiempo, como la ciudad, las terrazas, el aire, el humo de la estación y que de pronto irrumpen intempestivamente.
Con esas marcas sobre el cuerpo que se manifiestan como trazos en el plano de las hojas, se recortan involuntariamente o no, escenas de “pasos irregulares”, “dolores indebidos”, el contorno de un paredón que obstruye la mirada por momentos pero que, a veces fluye en paralelo y permite tender un puente entre los “sitios ignorados” de los cajones y los “ritmos que se acumulan”.
Los versos fracturados se balancean como los gatos y los instantes arman otra realidad, que también se balancea sobre los restos de botellas rotas en la vereda, sobre los retazos de una memoria saturada a veces, borrosa y huidiza otras, en la que:

El pasado es irreal
transpone
algún punto conocido
se hace oír en la pausa
nos interpela a cada instante. Poema 73
Buenos Aires, 20 de mayo de 2015

 
Ana M. Paruolo

 

El pasado irreal de Jorge Quiroga. Palabras Amarillas Ediciones.2015

http://www.palabrasamarillas.blogspot.com.ar

 

Un comentario el “«El pasado irreal»: la argucia de una poética de retazos

  1. excelente poemario de Jorge Quiroga; como nos tiene acostumbrados; su visión de la vida y de los seres expresada con palabras que perdurarán.

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